viernes, 1 de febrero de 2019

EL VOTO DE ANIMAS


EL VOTO DE ÁNIMAS 

 por Padre J.M Rodríguez de la Rosa

Queridos hermanos, se ha perdido de la memoria de los fieles el llamado Voto de Ánimas, a favor de las benditas Almas del Purgatorio. Aun cuando era conocido comúnmente como voto, en realidad se le denomina Acto heroico de caridad,  que se hace a favor de las Almas del Purgatorio, es decir, ofrecer sufragios por ellas. Este acto se hace libremente por quien quiera y no obliga bajo pecado, esto es importante tenerlo en cuenta. Si se retractare, nullum committitur peccatum, sed cessat Indulgentiarum atque privilegiorum fruitio. (Tomado de  Tesoro del Sacerdote. Tomo I. Mach-Ferreres. Barcelona 1920. Pág. 586)

Este voto consiste en la oblación o voluntaria donación que el fiel hace  del fruto satisfactorio de sus obras, durante su vida, y de los sufragios que se le aplicarán después de su muerte, poniéndolas en manos de la Santísima Virgen para que las aplique, según su beneplácito, a las almas del Purgatorio. (Tesoro del Sacerdote. Tomo I. Pág. 586).

Es decir, que todos los actos que una persona puede hacer para sí, para la salvación de su propia alma, como son  oraciones, ayunos penitencias, indulgencias, jubileos, e incluso las Misas que le ofrecieran después de haber fallecido, por su alma, todos estos sufragios los pone en manos de la Santísima Virgen para que Ella los distribuya a favor de la Benditas Ánimas del Purgatorio. Se entiende por satisfacción todos aquellos actos que el fiel realiza para satisfacer a Dios por haberle ofendido.

Conviene recordar los sufragios que se pueden hacer por medio de la oración, ayuno  y limosna, que por haber hecho el voto serían sufragios para las Ánimas del Purgatorio. Por oración se entiende además de la oración vocal y mental, la aplicación de Misas, la Sagrada Comunión, que se puede aplicar por ellas, veneración de imágenes, jubileos, santos rosarios, indulgencias, etc. En el caso del ayuno, a parte del propio de la comida, consiste en privarse de miradas indiscretas, de escuchar conversaciones inapropiadas y poco edificativas, evitar las murmuraciones. En definitiva, mortificación de los sentidos, tanto interiores como exteriores.

Las satisfacciones que se ofrecen con la limosna se refieren al ejercicio de la virtud de la misericordia, es decir, las catorce obras de misericordia.

Verdaderamente es un Acto heroico pues renuncia a los sufragios por su propia alma a favor de las del Purgatorio. Si un sacerdote hiciera este Acto heroico no por ello deja de aplicar la Santa Misa por las intenciones que se debe por estipendio

Se debe al sacerdote español, padre Gaspar Oliden, teatino,  (1683-1732), clérigo de la Orden regular de San Cayetano,  el gran impulso de este voto en su obra Diálogos del Purgatorio. Muchos fieles devotos de la Santísima Virgen  han seguido esta práctica de depositar en sus santas manos obras y sufragios a favor de las Almas del Purgatorio.

Este voto de Ánimas fue enriquecido con muchos favores por la Santa Sede, por S.S. Benedicto XIII en 1728, confirmado posteriormente por S.S. Pío VI en 1788 y por último por el beato Papa Pío Nono en 1852.

Dice el propio Gaspar Oliden en su obra: Por este voto se consagra a Dios por sufragio de la Almas del Purgatorio el efecto satisfactorio y el personal meritorio de las buenas obras, haciendo que sea María Santísima quien dispénsela distribución de  estos sufragios (Diálogos del Purgatorio. Pág. 151).

Una formula podría ser la siguiente, aun cuando cualquiera puede hacer su propia fórmula de compromiso:

 Yo….  a mayor honra y gloria de Dios, y utilidad de las Ánimas del Purgatorio, sus queridas amigas, a quienes ama, y porque las ama, cedo y hago RENUNCIA de todas las satisfacciones que hubiese en cuantas buenas obras hiciese en toda mi vida, con la ayuda Dios (que para esto sólo deseo sea larga) y todos los Jubileos e Indulgencias que ganase (que a partir de ahora tengo intención de ganar cuantos pudiere) aplicarlos por dichas Ánimas; incluyendo también las Santas Misas que oyere; y en fin, TODO CUANTO PUEDO RENUNCIAR, lo renuncio y cedo a favor de dichas Ánimas, aplicándoselo según el orden la Justicia y de la Caridad de Dios , y todo a través de la manos de la Santísima Virgen María, Medianera e Intercesora, para que Ella distribuya estos sufragios en favor de las Almas del Purgatorio.

Santa Gertrudis fue tentada por el demonio a la hora de su muerte diciéndola  que como ella había dado todas sus satisfacciones a las Almas, tendría que padecer mucho en el Purgatorio por sus pecados. 

Pero todo era sugestión diabólica para atribular a la Santa. Se le apareció Nuestro Señor Jesucristo y la consoló diciéndola que para que entendiese cuan grata la había sido la caridad que tuvo con las Almas, le perdonaba desde entonces todas las penas que debía pagar en el Purgatorio.

 Las Almas del Purgatorio necesitan de nosotros, de nuestras oraciones, obras de piedad y penitencia en su favor, aplicaciones de Santas Misas. Hemos de ayudarlas a salir del Purgatorio. Sufren el inmenso dolor del pecado, de haber ofendido a Dios; es el inimaginable y terrible dolor del alma que sufre sin la barrera, o limitación, del cuerpo, es un dolor insufrible, es un dolor que mantiene al alma en un constante sufrimiento sin alivio. Viven en el constante grito de petición de ayuda, pues nada pueden ellas por sí mismas, sólo dependen de nosotros, y esto es causa de un mayor y continuo sufrimiento, al ver que no son oídas ni atendidas en sus sufrimientos.

No pueden ver a Dios, pero lo desean vehementemente, fuertemente, sufren por esa falta de visión y por la culpa de sus pecados.

No están condenadas,  se están purificando. Pero el demonio no se olvida de ellas, y si bien  no puede atentar directamente contra ellas, sí que intenta que las olvidemos, hace todo lo posible para que nadie se acuerde ellas, que no se le ofrezcan Santas Misas, que  no se rece por ellas.

Si nadie las ayuda se  quedarán hasta el fin de los tiempos en el Purgatorio, pues es la Iglesia militante, es decir, nosotros, quien debe acudir en su liberación.

Ave María Purísima.

 Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.




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